escrito por Paloma López, Psicóloga-Coach y madre de una niña de 4 años

Dicen que como más aprendemos es divirtiéndonos, y no les falta razón, sobre todo en caso de los niños, donde el juego, se convierte en la puerta de entrada a un universo por descubrir. Los niños poseen una capacidad innata para jugar espontáneamente.
Su objetivo es divertirse, y la consecuencia es aprender. La pulsión por jugar es continua, y es lo que explica que nunca sea el momento de dejar de jugar. Esta capacidad innata, unida a su desbordante imaginación, les permite convertir cualquier objeto cotidiano en un elemento fascinante con el que descubrir el mundo que les rodea.
Todavía me acuerdo de la escuela infantil donde llevé a mi hija, los juguetes eran objetos cotidianos de la vida del niño, por primera vez, accesibles y disponibles para su libre exploración (por ejemplo, un cajón lleno de tapones de ducha con su cadena correspondiente). Y aunque mi casa estaba llena de juguetes diseñados para su edad, eran, aquellos objetos de “adultos”, los que más llamaban su atención. Ahora que tiene 4 años, es capaz de transformar los cepillos de dientes de la familia, en personajes de Frozen. Es simplemente maravilloso.
“… como más aprendemos es divirtiéndonos…“
Por ese motivo, es posible que la obsesión que tenemos los padres por comprar juguetes para nuestros hijos no tenga fundamento, porque la capacidad de entretener al niño poco tiene que ver con la sofisticación del juguete.
Sin embargo, es lícito que los padres, en un acto de conciencia, queramos que nuestros hijos se “empapen” de nuestros valores y que el juego sea un medio para desarrollar destrezas en cada momento evolutivo, y la oportunidad para educar en valores y diversidad.
Una vez que reconocemos la importancia del juego en el desarrollo del niño, no sólo por su carácter lúdico sino también por sus aportaciones a las distintas áreas del desarrollo (habilidades cognitivas, motoras, sociales y emocionales), cabe destacar las variaciones del juego según el momento evolutivo en el que se encuentra el niño. El orden en el que aparecen los distintos tipos de juego siempre es el mismo, sin embargo, la edad de inicio de cada uno de ellos puede variar de un niño a otro.

Paloma López, Psicóloga-Coach, experta en comunicación interpersonal
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